Los niños suelen mitificar a los padres como a los maestros: consideran que los padres pueden hacer y arreglar todo, al mismo tiempo que creen que los padres saben todo. Al pasar a la adolescencia se empiezan a dar cuenta que en realidad no son omnipotentes, que cometen errores y que no saben todo. En estos momentos el adolescente comienza a rebelarse frente a los padres.
La personalidad en la adolescencia cambia rotundamente y los padres quedamos sorprendidos con el cambio que presentan. Una de las características más comunes es que comienzan a encerrarse en su mundo, dejan de contarnos sus cosas y en la mayoría de los casos, si insistimos, se retraen más aún.
La personalidad del adolescente posee gran espíritu de aventura, les gusta vivir sus propias experiencias para sacar sus conclusiones. No les sirven de nada los consejos que les demos o que les digamos que no hagan tal cosa: si ellos quieren hacerlo, lo harán pese a nosotros.
Otra gran característica de los adolescentes es la mezcla del sentimiento de independencia que presentan y la necesidad de seguir siendo dependientes. Por un lado, no quieren ser tan controlados, no quieren que se les impongan normas ni horarios y por otro, sienten miedo de independizarse, con un sentimiento de inseguridad y temor.
Todos los adolescentes se sienten incomprendidos en algún momento, pero esta radica en la incomprensión de sí mismos. El adolescente siente que debe romper las normas sin importar que estas sean estrictas o flexibles, cada vez se van diferenciando más los intereses de padres e hijos y, de esta forma, tratan de establecer su propia identidad.
La personalidad en la adolescencia muchas veces es incomprendida por los padres, pero debemos ayudarlos a que pasen esta etapa de la mejor manera posible y llenarnos de paciencia.

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